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Este material, cada vez más común, es un transformador de productos en diversas industrias. Aspectos como confort, eficiencia, reciclaje e innovación definen su expansión hacia la movilidad, refrigeración y sostenibilidad.
La industria del poliuretano en México vive un momento clave, impulsada por la diversificación de sus aplicaciones, el cumplimiento normativo ambiental y la innovación tecnológica.
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Desde su presencia cotidiana en colchones y asientos, hasta su rol estructural en vehículos y electrodomésticos, el poliuretano se ha convertido en una pieza esencial de la manufactura nacional.
Así lo expone Jorge Lemus, ingeniero químico con maestría en Dirección de Proyectos, director técnico de Productos Eiffel y vocero de UTECH Las Américas.
“El poliuretano ofrece confort en dos dimensiones: térmico y físico-mecánico”, explica Lemus. “En la industria de la cadena fría es el mejor aislante térmico, mientras que en la vida diaria está en donde dormimos, comemos y socializamos: colchones, sillones, interiores de autos”.
Su versatilidad no es casual. México es el séptimo productor de automóviles a nivel global y el primero en exportación de refrigeradores con congelador.
Tan solo en la industria automotriz, cada mes se producen en el país más de 418 mil piezas de poliuretano, utilizadas en asientos, tableros, aislantes acústicos, volantes y recubrimientos, según datos de la Asociación Nacional de la Industria Química (ANIQ).
Transición tecnológica
El futuro del material está vinculado con procesos más limpios. México es parte del Protocolo de Montreal, que regula el uso de sustancias que dañan la capa de ozono, y de la enmienda de Kigali, que busca reducir el impacto de los hidrofluorocarbonos (HFCs) en el calentamiento global.
Lemus detalla que se trabaja en el desarrollo de espumas con nuevos agentes espumantes, como las hidrofluoroolefinas, que sustituyen a los compuestos anteriores.
“Esta transición representa una oportunidad de crecimiento para las casas de sistemas que fabricamos los dos componentes químicos del poliuretano”, señala.
Además, se evalúan regulaciones sobre compuestos como los PFAS, asociados a riesgos ambientales en agua potable, lo que obliga a reformular procesos.
En paralelo, se abre paso el uso de materias primas de origen renovable. “Los materiales biobasados serán una exigencia del cliente final. En Estados Unidos ya es una tendencia. En México aún falta, pero representa una gran oportunidad”, comenta.
Automatización + productividad
En un contexto de presión competitiva, especialmente por los aranceles internacionales y los ajustes al T-MEC, Lemus subraya que las pequeñas y medianas empresas mexicanas deben avanzar en tecnificación para mantenerse rentables. “Muchas tienen ya el equipo, pero deben profesionalizarse, mejorar sus procesos, medir sus KPIs y cumplir normas ambientales”, explica.
Entre los indicadores clave, destaca la eficiencia energética, especialmente en electrodomésticos como refrigeradores, donde se busca mantener rendimiento térmico con menor consumo eléctrico.
Otro foco es la optimización de peso en componentes automotrices, para mejorar el desempeño de los vehículos.
“La automatización es el siguiente paso. Ya lo vemos en grandes empresas, pero también es necesario en las PyMEs. Desde la dosificación hasta los tiempos de mezclado, los procesos deben volverse más precisos y consistentes”, indica. El uso de inteligencia artificial y simulación en el diseño de formulaciones también comienza a ganar terreno.
Flexibilidad industrial
Históricamente, el reciclaje ha sido una debilidad del poliuretano, al tratarse de un material que se genera mediante reacción química in situ. Sin embargo, Lemus destaca un avance reciente: la empresa Imbera, en colaboración con la UNAM, inauguró el primer reactor en América Latina para reciclar espuma rígida de poliuretano.
“Se convierte nuevamente en materia prima para generar más espuma rígida. Es un paso importante hacia la economía circular”, puntualiza.
La industria también explora alternativas como el reciclaje mecánico —reduciendo el material a polvo—, aunque esta vía sigue siendo costosa. La apuesta, dice, es el reciclaje químico, con inversiones importantes y resultados de largo plazo.
El poliuretano se adapta a diversos sectores. Lemus cita el caso de la industria del calzado en León, donde muchas empresas utilizan poliuretano para suelas. “Han sido golpeadas por la competencia china, pero el equipo que usan es muy parecido al de fabricantes de autopartes. Solo requieren profesionalizarse y ajustar procesos”.
Para él, la flexibilidad de moverse entre mercados —de calzado a automotriz, o de muebles a refrigeración— es clave para la resiliencia industrial. “La capacidad de cambiar de cliente y de sector permite enfrentar mejor las incertidumbres económicas”.
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